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Aquel día cuando Man Ray dejó el cine.

Publicado: 2014-05-07

Su verdadero nombre era Emmanuel Radnitzky y nació en Filadelfia, en 1890. Se hizo llamar Man Ray y fue un artista polifacético. Fue fotógrafo, pintor, cineasta, escultor, además de músico y un bohemio consumado.  

De sus variadas actividades destacó sobre todo en la fotografía, arte que lo sedujo desde temprano y en donde sus trabajos y su espíritu innovador le valieron para ser considerado como uno de los grandes exponentes de la fotografía del siglo pasado. 

Pero la fotografía también le sirvió como una puerta a partir de la cual encontró nuevas posibilidades de expresión. Man Ray no estaba del todo satisfecho con este oficio, ¿cómo se podía capturar el movimiento (y por ende, el tiempo) en una fotografía?, desde luego, estaba la técnica de las exposiciones largas que podían dibujar estelas del paso de los elementos fotografiados; pero eso no era suficiente. Además había otro limitante que le disgustaba; si bien no desdeñó nunca la fotografía figurativa, eran también los elementos abstractos los que empezaron a interesarle por la potencia de sus metáforas. En su afan innovador, Man Ray empezó a experimentar con imágenes llamadas “Rayogramas”, técnica que consistía en colocar objetos diversos sobre la película fotográfica y someterlos a la luz de las ampliadoras. El resultado era sorprendente, los contornos de los objetos expuestos se imprimían en la película en negativo, obteniendo verdaderos lienzos plagados de trazos y sombras impensadas para la época. Pero a Man Ray esto apenas le parecía la punta del iceberg, necesitaba ampliar sus horizontes y el siguiente paso fue incursionar en el cine. Su resultado más innovador hasta entonces fue “Le retour à la raison” (1923), un cortometraje de apenas tres minutos pero en el que aplicó aquella técnica de los “rayogramas”. 

“Me procuré un rollo de película de una treintena de metros, me instalé en mi cuarto oscuro donde corté la película en pequeñas bandas que sujeté con alfileres sobre mi mesa de trabajo. Salpimenté algunas bandas (…) sobre otras puse alfileres al azar. Los expuse a la luz blanca unos segundos, como lo solía hacer para las rayografías inanimadas (…). Al día siguiente examiné mi trabajo (…) las imágenes no estaban separadas como en un filme convencional ¿que sucedería en la pantalla? (…). Añadí al final algunas imágenes que había filmado con la cámara (...). Pasara lo que pasara, pensé, se habrá acabado antes de que los asistentes tengan tiempo de reaccionar”

Confesaba Man Ray respecto de este trabajo que lo había dejado más que satisfecho, las imágenes conseguían desconcertar al espectador, transmitían emociones que de otra manera no podrían ser concebidas, además, rompían con la linealidad de lo narrativo. Man Ray buscaba expresar el movimiento, y el tiempo en el que transcurrían los sucesos cotidianos, ahora podía quebrar el tiempo a su antojo, despojarse de él.

https://www.youtube.com/watch?v=zwLD5WWQptw

Para entonces Man Ray era ya un niño con juguete nuevo, las posibilidades del cine, o las posibilidades de quebrantar las reglas básicas, aún primigenias del cine, le emocionaban, además, Man Ray, dadaísta confeso, estaba cada vez más interesado en el surrealismo que cada vez ganaba más adeptos. Fruto de ese esfuerzo innovador surge Emak-Bakia (1926), cinta en donde la influencia surrealista era ya palpable, allí, los elementos básicos eran la mirada y el sueño. 

https://www.youtube.com/watch?v=8V_zr-dVDws

Finalmente, llegó el gran día, era el 6 de junio de 1929, el lugar, el estudio de las Ursulinas de Paris, habían pasado tres años desde que Emak-Bakia había sido proyectada y Man Ray estaba convencido de alcanzar lo que tanto había anhelado, convertirse en el máximo referente del cine surrealista. Esa noche vería la luz su trabajo cinematográfico más extenso: “Les mystères du Château du Dé” (1929), si lograba tener éxito, ingresaría al círculo de los surrealistas conspicuos. Para tan solemne noche había decidido proyectar también otro cortometraje de algún director poco conocido para ir “calentando el ambiente”. Pero las cosas no resultaron como lo esperaba y lo que todo mundo comentó y admiró aquella noche no fue la cinta de Man Ray sino aquel otro cortometraje que le había antecedido. Nadie en aquella reunión hablo de la película de Man Ray y fue tal el fracaso que esa misma noche Man Ray mandó al traste todas sus aspiraciones cinematográficas. 

https://www.youtube.com/watch?v=chxzts95uF4

¡Ah!, lo olvidaba, el director que le malogró la fiesta a Man Ray fue un tal Luis Buñuel y la cinta proyectada se llamaba “Un chien andalou”. 


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